Antes de empezar la reflexión me gustaría aclarar que en esta entrada abordaré el texto de Riviere ¿Por qué fracasan tan poco los niños? y el de Pozo la educación esta desnuda. Esto con el fin de condensar en esta misma entrada el producto integrador tanto de educación inclusiva como de ciclo vital y aprendizaje. Sin más preambulo empecemos...
¿La educación virtual es mediocre en comparación con las clases presenciales? ¿El desempeño empeora con las clases virtuales? ¿El uso de celulares y computadores es una herramienta o un distractor? ¿Quienes estan fallando los alumnos (que cada vez se distraen más y aprenden menos) o los profesores (que no logran adaptarse a los nuevos retos)? En estos largos 2 años que han transcurrido desde que empezaron las cuarentenas y dejamos de asistir presencialmente a clases, he podido escuchar un montón de comentarios. La mayoria de ellos son quejas que descalifican las clases virtuales, tildándolas de mediocres y fáciles de pasar, a diferencia de las clases presenciales en las que "realmente se aprende". Sin embargo la mayoría de personas que realizan estos comentarios ignoran que este problema educativo ya existía desde hace tiempo, que en realidad no es producto de esta nueva realidad en la que vivimos, sino que fue gracias a esta nueva realidad que este problema se hizo latente y cobro una mayor importancia. De manera que la cuestión aqui no es determinar si el uso de las TIC en la educación representa una herramienta o un problema, el tema central de la discusión radica en que el sistema educativo, y la pedagogia que lo sustenta, son obsoletas. Actualmente se recompensa la memoria por encima del aprendizaje, se exigen tareas que sobrepasan las capacidades de los alumnos y no se motiva al estudiante a indagar y a participar, en cambio se espera que este se limite a escuchar y a memorizar aquella información que su profesor/a le está transmitiendo. Este es el verdadero problema y como bien lo expresa Pozo, esta nueva realidad trajo consigo la oportunidad que necesitábamos para abrir los ojos y proponer nuevos métodos, nuevas estrategias de enseñanza que repondieran realmente a las necesidades de los estudiantes. Sin embargo, esto no se pudo lograr, porque para lograr estos cambios es necesario transformar las creencias actuales, repensarnos los métodos y estrategias de enseñanza tradicionales, adaptarnos a nuestro contexto para poder responder a las necesidades particulares que se derivan de él y con ello salirnos de nuestra zona de confort .
En primer lugar como bien destaca Pozo, la educación actual en todos sus niveles, esta centrada en el docente depositando en él la responsabilidad del aprendizaje de sus estudiantes. Se espera que el docente dé los contenidos de su clase y que los estudiantes los memoricen, sin realmente involucrarse mucho y asumiendo un rol pasivo. Esta concepción se basa en el primer mandamiento que nos expone Riviere (1983) "Desvincularás gran parte de tu pensamiento de los propósitos e intenciones humanas", en él Riviere nos presenta a la escuela como la encargada de transformar el conocimiento contextualizado que traen los estudiantes, en un verdadero conocimiento, uno completamente descontextualizado y formal, lejos de las impurezas anecdóticas. Este mandamiento sustenta la creencia de que únicamente el maestro posee el conocimiento y con ello se perpetua la enseñanza tradicional, aquella en la que los estudiantes deben permanecer callados para poder absorber y memorizar, sin cuestionamiento, aquello que se les presenta. No obstante, mediante diferentes investigaciones se ha comprobado que el verdadero aprendizaje se logra a partir de la emoción, no importa que tanto estudiemos algo, por cuanto tiempo ni que tan fácil o difícil es, lo que realmente determina si se aprenderá ese conocimiento depende de que tanto este nos emocione, nos impacte. Es por ello que la gran mayoría de conocimiento que nos transmiten a lo largo de nuestra vida académica se nos olvida fácil y rápidamente pues solo hubo muy pocos que realmente nos emocionaron y estos son los únicos que conservamos. Sabiendo esto nos podemos llegar a preguntar: ¿Qué podemos hacer para potenciar la emoción del estudiante respecto al tema que queremos que aprenda? ¿Cómo podemos cautivar su interés? La respuesta estaría en desobedecer aquel mandamiento, en lugar de descontextualizar, contextualizar todo el conocimiento con el fin de hacerlo cada vez más cercano al estudiante, que no se conciba aquel conocimiento como algo que no tiene fines prácticos "que no sirve para nada", sino demostrarle al estudiante que él mismo puede aplicar este conocimiento en su entorno, encontrándole así un sentido. De manera que al transformar la educación centrada en el docente, a una centrada en el estudiante, se logra incluir y hacer participe al propio estudiante de su conocimiento, lo cual podría mejorar sustancialmente los indicadores de aprendizaje y el éxito escolar, siendo todo esto producto de un cambio de creencia sin depender en lo absoluto del medio (virtual o presencial) en el cual se lleve a cabo.
Por otro lado existe otro mandamiento que nos expone Riviere (1983) y que también es necesario cambiar, este dice "Dedicarás selectivamente tu atención a las tareas escolares". Como bien es sabido el cerebro de los niños y adolescentes no goza todavía de una corteza prefrontal completamente desarrollada, por lo tanto para ambas poblaciones la tarea de centrar su atención a un solo estimulo y de manera prolongada constituye naturalmente un gran reto. No obstante esto es precisamente lo que exige la educación misma, que el estudiante milagrosamente logre autorregularse por su cuenta y este siempre atento a la clase. De manera que no son nada nuevas las quejas de que el estudiante en lugar de estar atendiendo a la clase esta distraído en su celular, esta situación se presenta tanto en las clases presenciales como en las virtuales. Sin embargo, en las clases presenciales, el docente tenia el poder de confiscar al principio de la clase los celulares y con ello controlaba un poco la distractibilidad de sus estudiantes, pero ahora en la virtualidad, esto es casi imposible de controlar. Ante esta situación Pozo le apuesta a la integración de los celulares al aprendizaje, dejarlos de ver como un enemigo, como aquel que distrae y en cambio potenciar su uso en clase para mejorar su utilización y hacer del uso del celular un espacio critico y reflexivo. El tradicional uso de libros y presentaciones estáticas como único lenguaje para representar la información ya ha demostrado ir en contra de las características y necesidades de los estudiantes actuales. Ante esta problemática la tecnología nos ofrece la solución con sus múltiples lenguajes y formatos en los que un mismo contenido se pueden representar, lo cual permite que cada estudiante encuentre la manera en la que mejor entiende y con ello pueda apropiar el conocimiento en base a sus intereses y habilidades.
En terminos generales la educación hoy en día fracasa y deja mucho que desear, no por culpa de la virtualidad ni por la supuesta vagancia de los estudiantes, sino por el mismo sistema educativo que promueve y lleva a cabo practicas, en base a creencias falsas como analizamos con los mandamientos que presenta Riviere. Es increíble como a pesar de que estamos en pleno siglo XXI, con tantas herramientas tecnológicas, recursos digitales y miles de investigaciones en torno a la educación todavía, al menos en la gran mayoría de las instituciones educativas latinoamericanas, se siguen manteniendo los mismos mandamientos lo cual se refleja en el nivel de fracaso escolar que lamentablemente sigue sin mejorar y tampoco tiene un futuro prometedor. De pronto los profesores le temen al cambio, pues al fin y al cabo la mayoría de ellos crecieron y aprendieron a partir de libros y no a partir de internet. Sin embargo la realidad para la mayoría de niños y jóvenes es diferente pues ellos si han crecido con internet y les resulta más fácil y práctico integrar la tecnología disponible a cualquier actividad de su vida, entre ellas el estudio. En solo unos años vimos como era posible migrar los apuntes físicos (hechos a mano) a unos completamente digitales, como de leer en papel pasamos a leer en pdf, como las presentaciones dejaron de hacerse en cartelera y ahora son hechas mediante aplicaciones como power point, entre otros cambios que son recientes y que marcan una gran evolución de la educación a partir de la tecnología. Sin embargo nos hemos limitado a este nivel, a usar la tecnología como una herramienta que nos evita escribir y gastar dinero en fotocopias, en lugar de realmente integrarla en nuestra cotidianidad y en nuestro aprendizaje. Por supuesto darle un buen uso a la tecnología e integrarla adecuadamente en nuestro proceso educativo es algo bastante ambicioso puesto que a todos nos cuesta salir de nuestra zona de confort. Por lo tanto podemos empezar con pequeñas acciones como incluir un Kahoot al terminar de estudiar un contenido temático o buscar en internet información sobre cierto tema en especifico y allí explorar diferentes lenguajes (videos, fotos, texto, etc) que permitan un aprendizaje basado en los gustos y necesidades de los estudiantes. Estas acciones junto con un modelo de enseñanza centrado en el estudiante nos abren paso a una nueva concepción de la educación, en la cual las necesidades e intereses de los estudiantes son tenidos en cuenta lo cual garantiza que haya un verdadero aprendizaje en lugar de la típica memorización que nos caracteriza hoy en día.
Referencias:
Pozo, J.I. (2020). ¡La educación está desnuda!: Lo que deberíamos aprender de la escuela confinada. Madrid: SM - Biblioteca Innovación Educativa.
Rivière, A. (1983). ¿Por qué fracasan tan poco los niños? Algunas reflexiones sobre los diez mandamientos de la escuela desde la perspectiva de la psicología cognitiva. Cuadernos de Pedagogía, 103-104, 7-12.
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