Al igual que el autismo, el TDAH es otro trastorno del neurodesarrollo que a pesar de ser muy común, todavía carga con muchos mitos y estereotipos erróneos que dificultan su comprensión. En la primera imagen se ilustra uno de esto estereotipos que es la hiperactividad y la connotación negativa que cargan estos niños como personas inquietas que son difíciles de controlar. Si bien algunos niños son así, también hay una gran mayoría que no presentan estos comportamientos y que en cambio son niños que parecen tranquilos pero que en realidad están desconectados del mundo exterior. De manera que resulta difícil reconocer cuando un niño/a tiene un trastorno de déficit de atención por dos razones: primero se puede llegar a confundir ciertos comportamientos normales del desarrollo del niño/a con comportamientos patológicos propios de este trastorno, y la segunda razón es que las personas automáticamente asocian el TDAH con hiperactividad y desconocen completamente aquellos niños y niñas que lo padecen y que no encajan con los estereotipos.
Teniendo en cuenta lo anterior es que, en la mayoría de veces, las personas que viven con TDAH también presentan en cierto grado episodios de ansiedad y depresión. La aparición de dichos episodios está relacionado con la frecuencia y severidad de los regaños que sufren las personas con TDAH, donde los padres y maestros de estos niños no comprenden sus comportamientos, de manera que llegan a atribuirle a los mismos niños la responsabilidad de sus dificultades con afirmaciones como "es que el niño no quiere trabajar", "es que el niño es vago y por eso le va mal en el colegio" etc. Sí bien todos los niños con o sin TDAH prefieren jugar que hacer las tareas, lo que distingue a los que padecen TDAH es que tienen dificultades al momento de priorizar y gestionar el tiempo que van a emplear en las tareas, de manera que no es que no quieran trabajar, es que al momento de hacerlo toman más tiempo del que tomaría cualquier otro niño, lo que ocasiona que muchas veces no terminen los trabajos o que los entreguen más tarde. Sin embargo estas dificultades son vistas con otros ojos por los padres y profesores quienes al notar trabajos incompletos o entregados más tarde, empiezan a reprochar y regañar al niño, en lugar de preguntarle e intentar comprender que dificultades tuvo. Este es el caso de Lucio, el niño del caso que presenta una relación bastante conflictiva con su padre y sus maestros puesto que ellos en lugar de reconocer la dificultad biológica que él tiene y de adaptarse a su ritmo, lo que han hecho durante tantos años es castigarlo severamente para que cambie su actitud y mejore su desempeño escolar. Sin embargo bien es sabido que los castigos físicos lejos de ayudar al niño lo que hacen es afectar gravemente su autoimagen y autoestima lo que puede resultar en episodios depresivos y/o ansiosos que no son propios de un niño a esa edad.
Es así como no seria extraño que los padres de Lucio desesperados por mejorar la difícil situación de su hijo recurrieran a medicarlo. Lastimosamente como discutíamos en clase, estos niños al no ser dóciles llegan a convertirse en un problema para los adultos quienes no tienen la paciencia para ayudarlos y prefieren medicarlos. Sin embargo medicar a un niño implica inhibir casi por completo su comportamiento, impidiendo que él juegue y realice otras actividades propias de su edad. De manera que al medicar a un niño no solo se logra controlar su TDAH sino que también se ocasionan graves efectos sobre el desarrollo de la personalidad y de la identidad del niño. Es por eso que considero que tanto el sistema educativo como los padres de familia deberían estar mejor informados sobre este trastorno ya que hay diferentes herramientas como asignar tareas cortas, fragmentar la instrucción, acudir a elementos que ayuden a la organización, entre otros, que permiten que los niños con TDAH puedan mejorar su desempeño académico. Una vez agotados estos recursos y sin haber logrado cambios significativos en el comportamiento del niño/a es que sí puede llevarse a cabo un tratamiento farmacologico, pero solamente como último recurso. Puesto que hay una vasta evidencia cientifica que corrobora que el TDAH puede manejarse correctamente con prácticas educativas y de crianza adecuadas, lo cual hace necesario que estas herramientas sean ampliamente divulgadas para evitar medicar innecesariamente a niños que hubieran podido mejorar su desempeño de haberles dado la oportunidad.
Referencias:
Martínez, M.A. y cols. (2013). Todo sobre el TDAH. Guía para la vida diaria. Avances y
mejoras como labor de equipo. Madrid: Alafaomega y Altaria. Caps. 1 y 8
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